Desde cámaras hasta teléfonos móviles, pasando por ordenadores y ahora incluso coches… Multitud de aparatos que usamos en nuestro día a día dependen de pequeñas cantidades de un metal muy escaso, el litio.Este mineral es el elemento crucial para fabricar las baterías recargables.
El problema que tiene el litio es que es difícil de encontrar y más difícil aún de extraer. Por lo general se suele encontrar en las profundidades de los lagos secos mezclado con agua saldada solidificada. Lo que tiene de particular este mineral es que los lagos secos de donde se extrae, deben haber experimentado actividad volcánica en algún momento, por lo que se reduce considerablemente las zonas donde este mineral se puede extraer.
Una vez se encuentra el lugar que reúne todos estos requisitos, se comienza a excavar para encontrar la solución salina en la que se encuentra este apreciado mineral. Con un complejo sistema, se comienza a bombear el agua salada rica en litio hasta la superficie y se envía hasta un estanque.
El problema que presenta el litio nada más extraerlo es que está muy húmedo, y para fabricar las baterías, hace falta el litio puro seco en polvo. Por lo que es necesario bombear el litio a grandes piscinas de evaporación para que el sol haga su trabajo de evaporación.
Parte del agua se evapora, y la sal acaba cristalizándose, dejando el litio en una solución más concentrada. Tras un periodo de entre 18 y 24 meses, el litio se concentra hasta 60 veces más. Posteriormente se mide el nivel del ph del estanque y la conductividad para comprobar cuáles son los niveles de concentración y de saturación.
Proceso de fabricación
Más tarde, se bombea el agua a una planta procesadora donde se realizará la extracción del litio. Primero, se deja reposar el agua salada tras un movido viaje, una vez filtrada y calentada, ya está lista para su procesamiento. En una licuadora gigante, se mezcla el agua con cristales de sosa para formar un componente sólido llamado carbonato de litio.
A través de un vacío constante bajo la cinta transportadora pega sobre ella hasta el último gramo del valioso polvo que va camino del lavado. Después se envía hacia una secadora giratoria que secará hasta el último resto de agua y del que sale un polvo blanco que posteriormente se convertirá en litio.
Posteriormente, este polvo blanco se transporta a plantas acondicionadas donde se convertirán en células de ion-litio. El litio es un material ideal para las baterías, ya que si le aplicamos electricidad, se carga positivamente. Si queremos liberar esta energía, solo debemos ponerlo junto a algo negativo y la carga fluirá.
Las baterías convencionales solo pueden hacer este proceso una vez, pero la disposición positiva por naturaleza del litio implica que podemos recargarlo una y otra vez. De modo que para convertirlo en una batería hay que encontrar la forma de pegarlo a algo negativo. Primero, se mezcla el litio con un disolvente para convertirlo en una tinta densa.
Después se vierte en una gran máquina que es similar a una prensa de impresión moderna, pero en lugar de sobre papel, la fina capa de tinta de litio se aplica sobre láminas de aluminio. Cuantas más finas sean estas láminas, más se podrán apilar en una batería y más capacidad de almacenamiento de energía tendrá.
Cuando hablamos de baterías de ion-litio, hablamos de baterías planas. Las de ion-litio pueden almacenar nada más y nada menos que 150 watios/hora de electricidad tan solo en 1kg de batería, el triple de almacenamiento que una batería de un coche convencional hecha de plomo-ácido. Por último, se une a cobre con carga negativa para crear una célula de baterías ligera y potente. Una vez que se cargue cada célula acabada, los iones se moverán de una lado para otro creando 3,8 voltios de energía.
Os recordamos que reciclando residuos de pilas y acumuladores (RPA) estamos evitando que se extraiga más litio de la tierra.